En una jaula de cobre
tenía a un jilguero que, el pobre,
no paraba de cantar,
en sus trinos yo notaba
que la pena le mataba
porque no podía volar.
Contagiado de su pena
quise hacer una acción buena
y le di la libertad,
y cuando alegre volaba
vino una aguila malvada
y lo mató sin piedad.
Yo sentí un dolor profundo
y pensé que en este mundo
cuántos polluelos habrá
victimas de las patrañas
de perversas alimañas
por sus ansias de volar.
Nicanor López
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