Los asientos desordenados de nuestro coche
nos vienen a anunciar que terminó este viaje.
Y tu ya no estás
Llegamos a Lieja buscando todo el amor
que tu corazón reservaba para nosotros.
Tu primera mirada nos mostró
la pasión de aquel recibimiento:
estaba todo tan dispuesto, tan acogedor
como acogedora está tu alma siempre.
Recorrimos junto a tí las calles de Lieja,
de Gante, de Brujas, navegamos por los canales
de hermosas vírgenes en los portales
de aquellas casas: verdes, rojas, azules de mar.
Habia mucho amor.
¡Que felices fuimos junto a tí!
Sentir el romanticismo de aquellas paredes fue:
renacer a un tiempo de espadachines,
de carruajes de cuento de los hermanos Grimm.
Nuestras pupilas se vistieron con el verde de sus plazas,
y con las flores de aquelos jardines de aire gentil.
Pasear por el palacio de Bruselas
fué como recorrer cada habitación de tu alma:
dorada de ángel, sencilla, exquisita.
Los muros de las catedrales,
las bellas vidrieras proyectando
arco iris de luces de colores
me hacen sentir este ángel que ya eres.
Y hoy en la distancia que me imponen los kilometros,
y para mi consuelo, solo me queda recordar
las sonrisas de las lentas horas alrededor de una mesa
y mi alma junto a la tuya acariciándote
Rosa Mª Vargas
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